Las lluvias del año pasado y los deshielos de este año han permitido que los embalses chilenos alcancen su mayor nivel de energía embalsada en ocho años, reduciendo significativamente los costos marginales del mercado eléctrico. Esta positiva hidrología ha brindado un respiro al sistema eléctrico nacional, que en 2022 y 2021 vivió importantes episodios de estrechez hídrica, con decretos preventivos de racionamiento incluidos.
Energía embalsada en cifras
Según un análisis realizado por Evol Services, consultora energética ligada a la filial eléctrica de Lipigas, Evol, los embalses del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) acumulan cerca de 3.845 GWh en energía embalsada al 15 de mayo de 2024. Esta cifra representa un aumento del 176,5% en comparación con el mismo período del año anterior, convirtiéndose en el mayor nivel de energía embalsada desde 2016, antes de la unificación de los sistemas eléctricos del norte grande (SING) y del centro sur (SIC) en el actual SEN.
El impacto de esta abundante energía embalsada se refleja en los costos marginales del mercado spot. En mayo de 2024, estos costos han promediado cerca de US$65/MWh en las barras Crucero, Alto Jahuel y Charrúa, las más representativas del SEN. Esta cifra contrasta significativamente con los más de US$110/MWh que se registraban en el mismo mes del año pasado, lo que implica una reducción del 44,8%.
Un respiro para el sistema eléctrico
Daniela Halvorsen, coordinadora del área de Riesgo y Regulación de Evol Services, destaca que “las lluvias que comenzaron a finales de junio del año pasado permitieron aumentar en un 176,5% la energía embalsada con respecto a mayo del 2023. Esto generó que los costos marginales bajaran de forma considerable”. Además, agrega que “las lluvias del año pasado le dieron un ‘respiro’ al sistema, ya que los costos marginales promedio del 2022 y 2023 estaban cerca o incluso sobre los US$100/MWh”.
Las abundantes precipitaciones de 2023 han brindado un alivio al sistema eléctrico chileno, que en los años anteriores enfrentó episodios de escasez hídrica y decretos preventivos de racionamiento. Los niveles actuales de energía embalsada reducen significativamente la probabilidad de experimentar períodos de estrechez en el SEN durante 2024.
Sin embargo, los expertos advierten que la llegada del fenómeno de La Niña en 2025, caracterizado por menores lluvias, podría plantear nuevos desafíos para la seguridad energética del país. Halvorsen detalla que, tras analizar tres escenarios para estimar la energía embalsada a la que llegaría Chile en julio de este año, mes que suele marcar el menor nivel de energía embalsada según el ciclo de los deshielos, “en el peor de los casos se llegaría al nivel de los 3.000 GWh, pero si vemos el nivel de energía embalsada de los años anteriores, este valor sigue estando por encima de la energía embalsada histórica en julio de cada año”.
La analista agrega que “los pronósticos dicen que hay una alta probabilidad de que tengamos que enfrentarnos al fenómeno de La Niña, pero de todas formas tenemos una buena base de energía embalsada que podría permitir, gestionando correctamente esta energía, que los costos marginales se mantengan estables”.
Factores que influyeron en el alza de costos en 2022
Es importante tener en cuenta que la estrechez de la energía embalsada no fue el único factor que elevó el costo de la energía del mercado eléctrico en 2022. Halvorsen recalca que “no debemos dejar de lado que el aumento que sufrieron los costos marginales durante el 2022 no se debía solo a la sequía, sino que también tuvimos que enfrentarnos al aumento de los costos de combustibles producto de la guerra Rusia-Ucrania. Estos costos afectan directamente al precio de combustible que deben declarar las centrales térmicas y, por lo tanto, también provocó un aumento en los costos del sistema”.
En resumen, las abundantes lluvias de 2023 y los posteriores deshielos han permitido que los embalses chilenos alcancen niveles récord de energía embalsada, brindando un respiro a la seguridad energética del país. Sin embargo, la posible llegada de La Niña en 2025 y su impacto en las precipitaciones plantean nuevos desafíos que deberán ser abordados de manera proactiva para garantizar el suministro estable y asequible de energía eléctrica en el futuro.
