Hace un par de décadas atrás, la estabilidad laboral y el desarrollo de carrera en una compañía eran atributos deseados. En cambio, hoy, la rotación en las empresas es bastante frecuente. A la vez, el mercado laboral se ha tornado cada vez más dinámico, a la par del progreso tecnológico, la demanda de nuevas habilidades y el surgimiento de nuevos cargos.
En consecuencia, la aparición de ofertas de trabajo o la inquietud por explorar nuevas oportunidades son parte de un escenario que vive o enfrentará la mayoría de nosotros.
Por ello, ¿qué deberíamos considerar a la hora de evaluar un cambio de trabajo?
En Robert Half, en una semana promedio podemos entrevistar en torno a un centenar de candidatos y candidatas, y al consultar respecto a las motivaciones para moverse de una posición, no pocas veces las respuestas sorprenden y tienden a centrarse excesivamente en las pretensiones de renta o beneficios relacionados con el salario (comisiones, bonos, etc.).
A propósito de esa experiencia, deseo compartir un conciso listado de factores que considero claves y transversales a la hora de evaluar un nuevo rumbo laboral, excluyendo la evaluación salarial.
Primero, la invitación es a mirar en un horizonte de mediano plazo y pensar en la empleabilidad. Entonces, vale preguntarse ¿qué puedo aprender en el nuevo trabajo? Es decir, evaluar si se podrán incorporar conocimientos y experiencias que aporten para lo que quiero hacer, para lo que está demandando el mercado. A diferencia del foco pasado en el desarrollo de carrera, actualmente, cuando los tiempos de estadía en una organización son menores, quizás es mejor pensar en el trabajo subsiguiente y en lo actualizado que estaré al dejar este empleo que evalúo empezar.
Por otro lado, conocer las características del equipo con el que trabajaremos es muy relevante. Ser parte de ambientes desafiantes, con profesionales diversos y capaces, son aspectos fundamentales para aprovechar y potenciar nuestras capacidades y talentos.
También, es importante evaluar el impacto o trascendencia de la labor que se realiza. Integrar una organización que aporte a la sociedad, con una cultura y principios alineados con los propios, deben ser elementos a sopesar en la decisión de cambio. Después de todo, quién no quiere sentirse orgulloso de trabajar en una buena empresa.
Finalmente, propongo ponderar en forma realista la carga horaria y el esfuerzo que conlleva un nuevo puesto. Por muy buen sueldo que nos ofrezcan y mucho prestigio que posea la compañía, si hay que dedicar varias horas a trasladarse al inicio y al final de la jornada, vale la pena cuestionarse qué o a quiénes deberé sacrificar y si es sostenible el esfuerzo de días laborales extensos o sobrecarga permanente.
En este sentido, también podría ponderarse positivamente la existencia de algún sistema de flexibilidad, como por ejemplo el trabajo por objetivos y no por jornada fija, lo que podría facilitar el teletrabajo.
No me cabe duda de que cada uno tiene un listado de elementos para evaluar el riesgo de un cambio de trabajo, con ponderaciones particulares, pero he visto que estos factores indicados, en la mayoría de los casos, tienden a no ser considerados en profundidad o, en algunos casos, incluso son minimizados.
Por lo tanto, queda abierto el tema y la invitación a que compartamos nuestra propia lista de elementos que consideraríamos para pensar en movernos desde nuestro puesto actual.
Por Karina Pérez, directora de Robert Half en Chile.