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“Neruda, cállate tú”: A 50 años del Nobel siguen los cuestionamientos al poeta nacional

Con el levantamiento del movimiento feminista y sus consignas en el mundo, muchos dejaron de ver al poeta Pablo Neruda con los mismos ojos.
Frangge Madariaga
7 Min de Lectura
Pablo Neruda

Muchos recordarán los pasajes del reconocido libro “Confieso que he vivido” publicado en 1974 por el poeta chileno, Pablo Neruda. Sin embargo, tuvieron que pasar varias décadas para que saliera a la luz el verdadero significado -o una nueva interpretación- de esos versos.

Con una gran trayectoria para nuestro país, el escritor de 67 años en 1971 era miembro de la Academia Chilena de la Lengua, gran referente político y miembro del Comité Central del PC, defensor de la república española, senador y fue considerado como uno de los grandes poetas del siglo XX.

Sin embargo, esto último fue lo que lo llevó también a recibir el Premio Nobel de Literatura en octubre de 1971. Un gran honor para nuestro país… ¿O no?

Pese a la vida y logros del reconocido poeta, a casi 50 años el autor de “Me gustas cuando callas porque estás como ausente” hoy sigue dando que hablar. Pero no por lo bueno.

El movimiento feminista que explotó en todo el mundo llegó a cuestionar diversos aspectos de la vida, e incluso cimientos en los que se basaban las sociedades. En esta línea, no quedó títere con cabeza cuando se trataba de machismos, desigualdades y violencia de género.

Pero el cambio en la popular cita ya mencionada por Neruda -la cual pasó a ser consigna en el movimiento: “Neruda, cállate tú”– no es la raíz de todas las críticas hacia el poeta.

Neruda y una violación escondida tras sus versos

Una mañana, decidido a todo, la tomé fuertemente de la muñeca y la miré cara a cara. No había idioma alguno en que pudiera hablarle. Se dejó conducir por mí sin una sonrisa y pronto estuvo desnuda sobre mi cama. Su delgadísima cintura, sus plenas caderas, las desbordantes copas de sus senos, la hacían igual a las milenarias esculturas del sur de la India. El encuentro fue el de un hombre con una estatua. Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible. Hacía bien en despreciarme. No se repitió la experiencia“.

Fue en 2015 la artista Carla Moreno Saldías -o al menos quien primero lo hizo públicamente- quien transformó la frase que titulaba su libro de “Confieso que he vivido” a “Confieso que he violado“.

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Estos hechos, de los cuales no existen pruebas, debieron suceder mientras Pablo Neruda fue cónsul de Chile en el territorio actual de Sri Lanka en la década de 1920. Y tuvieron que pasar varias décadas para que nos diéramos cuenta.

Diversas escritoras pusieron la temática en la palestra, lo que llevó a discutirse en todos los espacios. Incluso, generó que existieran propuestas para eliminar la bibliografía de autores machistas y/o misóginos entre las lecturas obligatorias para los estudiantes.

Por su parte, para quienes son amantes de la literatura en todo el mundo y conocen la obra del chileno, la respuesta a esta polémica fue muy similar: “Está a la vista. Simplemente, no lo vi la primera vez“.

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El abandono de su hija

No hay escritores, aunque ya es invierno; todos andan de veraneo. Federico en Granada, desde donde ha mandado unos lindos versos para mi hija. Mi hija, o lo que yo así denomino, es un ser perfectamente ridículo, una especie de punto y coma, una vampiresa de tres kilos. (…)

Estos son algunas de las pocas palabras que el poeta dedicó a “su hija enferma“, la cual tuvo con su primera esposa –la holandesa María Antonieta Hagennar– y sufría de hidrocefalia. Enfermedad que le provocó la muerte a los ocho años.

Pero entre nuevos amores que provocaron la separación de su esposa y los kilómetros de distancia que los separaban debido a la guerra civil española, llevaron a que Neruda nunca más viera a su hija. 

Malva Marina, como se llamaba la pequeña, finalmente vivió sus últimos días lejos de sus padres y sin ser recordada en el largo volumen de memorias del escritor.

El poeta en tiempos feministas

Si la pregunta es por un hombre con poder que hace uso de su privilegio, la respuesta está en el mismo Neruda: ‘El encuentro fue el de un hombre con una estatua. Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible. Hacía bien en despreciarme’”, dijo la poeta y escritora, Julieta Marchant. “Y hacía bien en despreciarlo: por supuesto que sí. Eso, el mismo Neruda lo sabía y no solo lo sabía, sino que lo escribió, dejó testimonio”, concluyó.

Y es que años atrás nadie paró a darle un nuevo significado a estos versos, hasta se podría ser normalizado cuando hablamos de casi medio siglo atrás. Lo que se vivió con el auge del movimiento feminista es que la concientización de estos actos vulneratorios ya era popular y no se permitirían nuevamente.

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Lamentablemente, en otros momentos de la humanidad, la cultura de la violación fue vista como algo ‘natural’ porque se pensaba que las mujeres eran, por un lado, inferiores a los hombres, y además eran de su propiedad, por lo tanto, podían ejercer derechos sobre ellas. Hoy eso es inaceptable”, sostiene Claudia Apablaza -editora de Los Libros de la Mujer Rota- a Infobae.

Y, ¿por qué ahora? 

Cabe destacar que la transición de la mujer para ser incluida en la sociedad en similitud al hombre, ha tardado años. Por lo que, también tardó el ingreso de las mujeres como lectoras sistemáticas y sumado a la plasticidad de lo moral actualmente, obras como la de Neruda deben ponerse en cuestionamiento.

Finalmente, la duda que aqueja es si es posible separar la obra de la vida del autor. Una situación que pone en disputa a cientos de referentes mundiales, tanto como cantantes, deportistas, políticos, entre otros, y que queda en las manos, conciencia y ojos de cada persona.

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